El cerebro prehistórico: algunos apuntes sobre la evolución

El cerebro prehistórico: algunos apuntes

¿Ha sufrido cambios nuestro cerebro a lo largo de la historia?

Nos cuesta admitir que venimos de primitivos cavernícolas, en la mayoría de los casos solo hemos mejorado lo que ellos ya habían inventado. Nos hacemos las mismas preguntas que aún no pudimos responder. Nuestra fisiología no se ha modificado en las últimas decenas de miles de años. Si comparamos un cadáver actual con uno de miles de años atrás no encontraríamos diferencias, tampoco a nivel genético. 

Evolución humana: ¿un cerebro de grandes cambios?

Carlos Linneo (1707-1778), naturalista sueco con profundas raíces creacionistas, considerado el creador de la clasificación de los seres vivos, denominó a la especie humana como Homo sapiens o sea hombre sabio. Llamarnos Homo sapiens sapiens, una vez como especie y luego como subespecie, parece redundante y hasta prepotente. Hemos logrado un gran desarrollo tecnológico aunque quizás la sabiduría no es lo que más nos caracteriza especialmente teniendo en cuenta al uso que le damos a la tecnología.

El legado de Darwin

Charles Darwin en 1859, a la edad de cincuenta años, publicó “El origen de las especies” y en el año 1871 “El origen del hombre y la selección en relación con el sexo” (no sé si el sexo era importante en el desarrollo de su obra pero es una palabra que siempre ayuda a vender). Su pensamiento no solo revolucionó la biología sino la filosofía, tuvimos que admitir nuestra naturaleza animal. Para Darwin la evolución no se dirige hacia un punto concreto, es solo cambio. La selección nos hace más aptos para vivir en determinadas condiciones. Nuestras capacidades cognitivas han sido un beneficio colateral de la evolución. Ningún animal tiene como fin transformarse en un ser inteligente, ni adquirir una mayor conciencia.

La evolución no es lineal sino divergente. Una de las características que nos hace humanos es el desarrollo de un lenguaje sofisticado. Éste nos ha posibilitado generar relaciones sociales, punto imprescindible para el hombre, nos ayudó a acumular información y también a pensar. El lenguaje es tan fundamental en nuestras vidas que vivimos en un permanente monólogo con nosotros mismos. Otra capacidad esencial fue la de crear herramientas, aún las más primitivas, lo cual junto con el comportamiento social nos hizo evolucionar. Estas características fueron las que distinguieron al Homo habilis de sus antecesores, los Australopitecos, y dieron inicio al género Homo.

El cambio de ambientes, ¿afecta al cerebro?

El cambio del ambiente de selvas con árboles a sabanas africanas hizo que nos tuviéramos que bajar de los árboles y sobrevivir en un entorno abierto, lleno de amenazas. Nuestras manos quedaron libres y con el desarrollo del cerebro las usamos para hacer herramientas destinadas a defendernos y alimentarnos. Fue crucial la habilidad de hacer una pinza con los dedos índice y pulgar para desarrollar movimientos de precisión. Desarrollamos la facultad de imaginar las herramientas en nuestra mente para luego fabricarlas. Podemos conocer la capacidad craneana de los humanos arcaicos pero no podemos saber cómo eran sus conexiones cerebrales. Las diferencias entre los humanos arcaicos (Cromañon) y un humano moderno no son morfológicas sino mayormente cognitivas. Vemos en los humanos modernos una mejor elaboración de útiles y herramientas, desarrollo de estructuras sociales, pensamiento simbólico, organización espacial y un mayor aprovechamiento de los recursos. Todos estos cambios que representan un aumento de nuestra razón no se produjeron a expensas de nuestras emociones sino por el contrario, estas se hicieron más fuertes y elaboradas. Hace unos 75,000 años se produjo la explosión del supervolcán Toba, situado al norte de la isla de Sumatra, Indonesia. El acontecimiento fue de tal magnitud que provocó un invierno volcánico logrando disminuir la temperatura de la tierra. Este abrupto cambio climático motivó la extinción de muchas especies dejando a los humanos al borde de la desaparición. Luego de la estabilización del clima y los demás factores se originó la expansión de los humanos por todo el planeta. Como afirma el dicho “Lo que no te mata te fortalece”. El humano fortalecido conquistó todo el planeta haciendo mucho más difícil que un evento climático produjera su extinción. 

Violencia humana

En la época de los Australopitecos la extensión de la sequía transformó gran parte de la selva africana en sabanas. La dentadura de los homínidos les facilitaba una dieta variada, especialmente de vegetales y frutas que fue complementada con el consumo de carne por carroña que tragaban sin masticar. Empezaron siendo carroñeros ocasionales hasta que el uso de herramientas les posibilitó obtener más carne, perfeccionando luego utensilios de caza que les permitieron alimentarse de animales más grandes, lo que a su vez les otorgó energía y nutrientes que favorecieron el crecimiento del cerebro.

Homo Habilis

El Homo Habilis no tenía un físico apropiado para cazar animales como si lo tienen los predadores carnívoros, por lo que necesitó utilizar su incipiente inteligencia para hacerse de alimentos con alto contenido proteico. Las nuevas herramientas le facilitaron obtener alimentos con sustanciales aportes de grasas y proteínas, fundamental para el desarrollo del cerebro. Esto posibilitó que se produjera un aumento del tamaño cerebral en el proceso evolutivo que a su vez le permitiera fabricar mejores herramientas para obtener más alimentos. Como resultado de este círculo virtuoso triplicamos nuestra capacidad cerebral desde el Homo Habilis a nosotros.  El Homo Habilis no era un gran cazador, pero sus herramientas líticas le permitían desgarrar carne de animales muertos y romper los huesos para obtener el tuétano. El hecho de tener caninos pequeños y no afilados da idea de poca agresividad, al menos indica que su agresividad no estaba orientada a matar a sus presas. A diferencia del resto de los animales los humanos no necesitaron desarrollar características físicas para atacar animales sino que, gracias al desarrollo de su cerebro, pudieron crear armas que les permitían cazarlos y el fuego para cocinarlos antes de comerlos. Aun teniendo las armas necesitaban la agresividad para poder usarlas, por lo que el desarrollo de la agresividad fue más a nivel cerebral que físico.

Homo Sapiens y Neanderthalensis

El Homo Sapiens y el Homo Neanderthalensis son especies muy parecidas. El Homo Neanderthalensis surgió en Europa hace 130,000 años, por su parte el Homo Sapiens surgió en África y luego emigró a Europa donde ambas especies convivieron durante 10,000 años. Tenía una capacidad craneana similar a la nuestra. Hubo intercambio genético entre ambas especies, todos los descendientes de estos Sapiens europeos conservamos un 2% de genes de Neanderthal. En los Neanderthal, a diferencia de los humanos, no se han encontrado evidencias de violencia entre los individuos de la misma especie. Es probable que la competencia humana haya influido junto con otras causas para su extinción, especialmente si tenemos en cuenta esa vocación humana por generar conflictos con otros congéneres.

Algunos estudios sobre la evolución del cerebro

Algunos estudiosos de la prehistoria sostienen que la violencia entre humanos surgió a partir de la sedentarización, aunque ya en el escaso arte paleolítico hay indicios de violencia entre diversos grupos humanos. Somos territoriales por lo que al hacernos sedentarios y tener un lugar fijo donde practicar la agricultura y ganadería se tornó primordial defender el territorio. Si bien se han encontrado fósiles humanos con evidencias óseas de haber sido dañados con herramientas humanas estos hallazgos no han sido masivos. Podría considerarse como posible explicación que hubiesen existido masacres humanas y los restos permanecieran esparcidos en el mismo campo a merced de animales carroñeros por lo que no nos llegarían sus fósiles. Han documentado en Sudán restos humanos datados entre 10,000 y 14,000 años de antigüedad, con claras marcas de brutal violencia de todo tipo de traumatismo así también como de proyectiles. A diferencia de lo que podría haber ocurrido en otras oportunidades los cadáveres fueron enterrados, lo que permitió que se conservaran. Nuestros antepasados pasaron una vida muy dura. Sufrían frío, hambre, todo tipo de dolores, y además de las múltiples amenazas de animales que los acechaban debían protegerse de la violencia de otros seres humanos. 

Genética y cerebro

Tenemos muy pocas diferencias genéticas con el chimpancé, somos idénticos un 98,5%, sin embargo, esos pocos genes nos dieron la posibilidad de hacer arte, filosofar, tener un lenguaje abstracto y concebir ciencia entre otras cosas. Se necesitaron cambios en la genética para aumentar nuestra capacidad cognitiva. Por ejemplo, el surgimiento del Gen regulador de la proliferación de las células precursoras del córtex, produciendo un mayor crecimiento del córtex. Este gen apareció luego que nos separamos de la línea de los grandes monos. Se ha insertado este gen en cerebros en desarrollo de ratones y mostraron un mayor crecimiento del córtex, produciendo circunvoluciones y pliegues propios del cerebro humano, aunque no lograron resolver logaritmos.

A partir de 2010

Desde 2010 cuando se secuenció completamente el primer genoma humano antiguo se han secuenciado más de mil individuos. Esa información es de suma importancia para reconstruir nuestro pasado prehistórico. Hay pocos fósiles, lo huesos nos dejan con muchas dudas. Sólo un individuo entre millones logra fosilizarse y es muy difícil encontrar los restos fósiles; por eso es importante lograr las máximas revelaciones de los mismos. El ADN encontrado está brindando mucha información a los paleoantropólogos a fin de completar el rompecabezas de la evolución humana. Con la información obtenida del ADN podemos saber que el 2% de los genes de los descendientes de origen europeos son de Neanderthal. Esto indica que existieron encuentros sexuales entre los cromañones (Homo sapiens arcaicos) y los neandertales al encontrarse en Europa hace 60,000 años. De estos encuentros hubo descendencia fértil por lo que mantuvimos algunos de sus genes. Sólo volviendo a la vida -en un futuro- a un hombre de Neanderthal sabremos qué capacidades cognitivas poseían. 

Referencias bibliográficas

  1. Anton, S., Potts,R.Aiello (2014). Evolution of early Homo: An integrated biological perspective. Science vol 345.
  2. Benito David (2017). Historias de la prehistoria. Editorial El Ateneo.
  3. Tattersall Ian, (2012). Master of the planet: The search for our human origins. Palgrave Macmillan.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *