¿Qué son los Trastornos Psicofisiológicos?

Introducción

En consulta podemos encontrar pacientes que sufren problemas cardiacos, gástricos, trastornos dermatológicos, respiratorios, dolor crónico,etc. Y os preguntareis, ¿si se trata de trastornos con claros síntomas físicos que hacen en una consulta de Psicología? Una de las características básicas de los trastornos psicosomáticos o psicofisiológicos es el carácter múltiple de su etiología. A la hora de comprender los trastornos de esta índole tendremos que tener en cuenta ese carácter múltiple, tomando factores tanto fisiológicos como genéticos, ambientales y psicológicos.

Criterios de clasificación de la somatización

De manera genérica, al hablar de somatización se hace referencia a una queja física que genera malestar pero de la que no hay hallazgos clínicos de los que se puedan postular una causa orgánica [6]. Desde el punto de vista psicopatológico, este tipo de manifestaciones constituyen un grupo de trastornos por sí mismos incluidos en los sistemas de clasificación más relevantes, CIE-10 (OMS, 1992) y DSM. Respecto al DSM, conviene destacar el cambio entre DSM-IV (APA, 2000) y DSM-5 (APA, 2013). Si bien en el DSM-IV se hablaba del F45.0 Trastorno por Somatización (300.81) y del F45.1 Trastorno Somatomorfo Indiferenciado (300.81) con criterios menos exigentes que el primero, el DSM-5 ha sustituido dichos trastornos por el F45.1 Trastorno de Síntomas Somáticos (300.82). En este nuevo diagnostico se reduce los síntomas y la duración, y se añade la especificación de gravedad y dolor, eliminando además el F45.4 Trastorno por Dolor que aparecía en el DSM-IV (véase el artículo sobre dolor crónico para más información) (Vallejo-Pareja, 2014). 

Variables psicológicas implicadas

A pesar de que, como hemos visto, los trastornos psicofisiológicos son de carácter multidisciplinar nos centraremos en la explicación de las variables psicológicas. La intervención de emociones como la ansiedad, el estrés y la ira en los trastornos psicofisiológicos destaca sobre otras variables, manifestándose bajo el triple sistema de respuesta –fisiológico, cognitivo y motor–.

Ansiedad

Sobre la ansiedad. Como ya hemos dicho es una emoción, y como todas las emociones tiene su carácter adaptativo produciendo una reacción de alarma ante una posible amenaza. ¿Qué pasa cuando se da esa reacción de alerta? se provoca una activación fisiológica, implicando tanto a órganos internos como al sistema nervioso; muchas veces esta activación, que produce unos fuertes cambios somáticos, se vive como una experiencia muy desagradable. Se sostiene que los sujetos con altos niveles de ansiedad rasgo –tendencia del sujeto a lo largo del tiempo a reaccionar de manera ansiosa, de interpretar un mayor número de situaciones como amenazantes– se verán expuestos a mayor activación fisiológica, pudiendo así desarrollar con mayor probabilidad trastornos de carácter psicofisiológicos [7].

Ira

Por su parte, entendemos la ira como la sensación displacentera que surge sobretodo ante situaciones de relación interpersonal en las que el sujeto valora la acción como una violación de sus expectativas y/o reglas personales de forma intencionada. El proceso en cuanto a la ira es muy similar al de la ansiedad, es decir, sujetos con mayor rasgo de ira interpretan un mayor número de situaciones como amenazantes, produciendo un nivel de activación tan elevado que puede desencadenar con mayor probabilidad en trastornos psicofisiológicos; la diferencia con la ansiedad viene dada por la expresión que se haga de la ira, estando la expresión de ira interna en mayor medida relacionada con enfermedad, esto es que cuando suprimimos nuestros sentimientos de ira tenemos más probabilidad de desarrollar enfermedad. Lo importante en cuanto a las variables psicológicas, en concreto las dos que hemos visto, es que las situaciones que generan esos estados emocionales producen cambios tanto morfológicos como funcionales en los órganos internos ya que afectan a su funcionamiento, produciendo así mayor posibilidad de desarrollar enfermedad psicofisiológica [4].

Trastornos psicofisiológicos

A continuación se presentan diferentes grupos de trastornos sobre los que existe mayor evidencia de la implicación de factores psicosociales.

Dolor

En artículos anteriores hemos hablado sobre el dolor crónico y su tratamiento cognitivo-conductual. Dentro de la etiqueta dolor se incluyen las cefaleas primarias, es decir aquellas en las que su origen es multidimensional [5]. Además se incluyen todas aquellas enfermedades músculo-esqueléticas cuyo desenlace común es el dolor y la discapacidad tales como la artritis reumatoide, la artrosis, la lumbalgia crónica,etc. El objetivo de estos tratamientos será dotar al paciente de herramientas para el manejo de las variables psicológicas que estén implicadas en el dolor.

Trastornos cardiovasculares

Se incluyen diversos trastornos del corazón y de los vasos sanguíneos, incluyendo la hipertensión, el trastorno arterial coronario, las arritmias cardíacas, el trastorno cerebro vascular, el trastorno valvular, las cardiomiopatías, el trastorno periférico vascular y las anormalidades congénitas cardíacas. El estrés crónico está implicado en los trastornos cardiovasculares, incrementando la presión sanguínea que puede producir una ruptura en la placa aterosclerótica; además sujetos con Patrones de Conducta Tipo A tienen más riesgo coronario debido a los altos niveles de competitividad, impaciencia y hostilidad, entre otros, que presentan[4].

Trastornos gastrointestionales

Destacando la úlcera péptica y el síndrome de colón irritable. En cuanto al primero, se caracteriza por ser una erosión producida en la mucosa que recubre el interior de las paredes del estómago dejándolos desprotegidos ante el jugo gástrico, entre los factores etiológicos de carácter psicológico destacan el estrés y las emociones negativas mantenidas en el tiempo. Sobre el colón irritable subrayar que es de curso crónico y que se caracteriza por dolor abdominal aliviado por la defecación; además los síntomas son de lo más variado, desde vómitos y/o nauseas hasta síntomas extra-digestivos como lumbalgias, cefaleas o palpitaciones. La presencia de acontecimientos estresantes, la ansiedad, y la interpretación amenazante (con la hipervigilancia que ésta conlleva) de los síntomas físicos mantienen y exacerban el problema, van limitando la vida del paciente y hacen necesaria la intervención médica y, sobre todo, psicológica. 

Enfermedades respiratorias

Principalmente nos centraremos en el asma primaria, en la que no hay patología orgánica traqueo-pulmonar, siendo el elemento definitorio la reversibilidad de la disnea. En cuanto a los factores etiológicos que nos inmiscuyen a nosotros como psicólogos encontramos sobretodo las reacciones emocionales intensas que producen un aumento de la activación. El objetivo de la intervención será la corrección de los malos hábitos respiratorios puesto que la ocurrencia continuada de las crisis asmáticas pueden provocar alteraciones funcionales. No debemos olvidar tampoco el síndrome de hiperventilación, entendido como el aumento de la actividad respiratoria por encima de las necesidades normales. El objetivo de la intervención cognitivo-conductual será que el paciente aprenda a reducir su nivel de activación fisiológica, a través del entrenamiento en respiración diafragmática y relajación.

Trastornos dermatológicos

Las consecuencias de las respuestas elevadas a situaciones emocionales se pueden ver en enfermedades tales como el prurito –picor de piel, generalizado o específico de ciertas áreas–, sudoración excesiva o dermatitis atípica –irritación de la piel producida por un rascado continuo como respuesta al picor–. Como en los demás trastornos, aquí el elevado nivel de activación fisiológica está inmiscuyéndose por lo que el objetivo será entrenar al paciente en su manejo.

Referencias bibliográficas

  1. American Psychiatric Association (APA) (2000). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4th ed., revised text). Washington: APA.
  2. American Psychiatric Association (APA) (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Washington: APA.
  3. Carod-Artal, F. J., Irimia, P., y Ezpeleta, D. (2012). Migraña crónica: definición, epidemiología, factores de riesgo y tratamiento. Revista Neurología, 54, 629-37.
  4. Casado-Morales, M.I. (1994). Ansiedad, stress y trastornos psicofisiológicos (Tesis Doctoral). Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Psicología, Madrid.
  5. Laguna, S. y Magán, I. (2015). Un estudio de la importancia de la regulación emocional y del afrontamiento en los episodios de dolor de cabeza. EduPsykhé: Revista de psicología y psicopedagogía, 14(1), 69 – 92.
  6. López-Santiago, J. y Belloch, (2002). La somatización como síntoma y como síndrome: una revisión del trastorno de somatización. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 7(2), 73-93.
  7. Miguel-Tobal, J.J. y Cano, A. (1985). Evaluación de respuestas cognitivas, fisiológicas y motoras de ansiedad. Informes de Psicología, 4, 3, 249-259..
  8. Organización Mundial de la Salud (OMS) (1992). Trastornos mentales y del comportamiento, 10″ edición. (CIE-10). Madrid: Meditor.
  9. Organización Mundial de la Salud (OMS) (1993). Criterios diagnóstico y de investigación de los trastornos mentales y del comportamiento (CIE-10). Madrid: Meditor.
  10. Vallejo-Pareja, M.A. (2014). De los trastornos somatomorfos a los trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados. Cuadernos de medicina psicosomática y psiquiatría de enlace, 110, 75-78.

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