Síndrome de Balint: síntomas, bases neurales y tratamiento

Introducción

Existen una serie de síndromes que se articulan en función de una serie de características y síntomas típicos; todas estas características patológicas tienen que darse de forma simultánea para poder ser identificado como tal.

En el caso concreto del síndrome que se va a tratar a lo largo de este texto, el Síndrome de Balint, las características que más destacan están vinculadas a la visión, presentando una incapacidad para poder percibir objetos con la vista y poder seguirlos con ella, teniendo incluso dificultades para poder cogerlos con las manos.

En el presente artículo se verá cuál es el origen de dicho síndrome, cómo afecta el daño de las estructuras cerebrales perjudicadas al individuo y cómo puede tratarse, en la medida de lo posible, este síndrome para que la persona pueda llevar a cabo una vida normal. Para poder tratar adecuadamente el síndrome será necesario, en ocasiones, abarcar algo más que los síntomas propios del síndrome y poner atención en condiciones psicológicas derivadas de las incapacidades de estos pacientes [6].

Concepto

El síndrome de Balint es una condición que tiene su origen en daños ocurridos en las regiones parieto-occipitales del cerebro, causando de ese modo una serie de alteraciones en la percepción visual del sujeto.

Cuando los sujetos afectados por este síndrome perciben un objeto con la vista, dicha percepción no es precisa y no puede ubicarse en el espacio de forma adecuada, dando lugar a confusiones e intentos de coger el objeto sin éxito.

Esta condición neuropatológica daña la capacidad de la persona de poder percibir y poder desempeñar cualquier actividad que requiera tener que emplear algún tipo de orientación espacial. Se ve afectada lo que se conoce como “vía del dónde”, en donde la persona puede poner en un espacio concreto el objeto a manipular; de este modo, la persona presenta serios problemas para poder trabajar con objetos.

Debe este nombre gracias a los trabajos del médico húngaro Rudolph Balint, que investigó en un paciente estos síntomas (y señalando dónde podría estar ubicado el daño recibido) y que luego fueron confirmados en la posterior autopsia.

Precisando un poco más lo que acontece en la persona que padece el Síndrome de Balint, en este párrafo se desarrollarán con un poco más de precisión esas características distintivas de esta condición. Estas condiciones se conocen como apraxia, ataxia óptica y simultagnosia; ocasionalmente también puede haber ciertas condiciones asociadas como la prosopagnosia.

Apraxia

En este caso, lo que acontece es que el sujeto no puede proceder con coordinación y aproximación adecuada lo que sus ojos perciben, presentando un grado de torpeza que le impide cambiar de diferentes objetivos visuales que se presenten en su campo de visión.

Ataxia óptica

Yendo un poco más allá de las apraxias ópticas que presentan los individuos, también presentan ataxia óptica, la cual es una alteración de la coordinación entre lo que el sujeto percibe con la vista y cómo interactúa con ello con las manos. En el caso de la gente con Síndrome de Balint, es especialmente notable esta falta de coordinación ojos-manos.

Simultagnosia

Este rasgo del Síndrome de Balint es bastante característico y peculiar de éste; en este rasgo, lo que acontece en el sujeto es que es incapaz de ver de forma simultánea dos objetos distintos, ya que para poder percibir uno de esos objetos el otro objeto presente en el campo visual desaparece.

Agnosias

Es frecuente en el Síndrome de Balint que aparezcan ciertas agnosias; los sujetos afectados, en ocasiones, son incapaces de reconocer lo que ven. Yendo un poco más allá acerca de estas agnosias, una de las que aparece también con frecuencia es la prosopagnosia; en ella, los sujetos son incapaces de distinguir y reconocer caras de las personas que se cruzan en su campo de visión [4,12].

Bases neurales

Como se ha mencionado anteriormente, en el Síndrome de Balint está afectada la vía del dónde. Dicha vía es una de las dos vías que forman parte del sistema visual humano; la otra vía, la vía “del qué”, sigue otro trayecto (temporo-occipital) y se encarga de analizar qué es el contenido de lo que se percibe con la vista. Suele afectar a las vías que se unen en la región parieto-occipital y, con ello, pueden venir de forma adicional otras condiciones psicopatológicas.

Las causas que pueden originar daños en esta región cortical (y que, por ende, provocan el Síndrome de Balint) pueden variar desde traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares, enfermedades neurodegenerativas e incluso infecciones víricas, como puede pasar con ciertos pacientes con VIH.

Al margen de cuál sea la causa de la afección que hace que la persona padezca Síndrome de Balint, es importante que ésta afecte a esa región que se corresponde con la vía visual correspondiente [2,9,10].

Tratamiento

Debido a su naturaleza, el síndrome de Balint no tiene cura posible; sin embargo, puede ser tratado todo lo posible para paliar los síntomas. Como puede deducirse a partir de la descripción de los síntomas y afecciones que presenta la persona con esta condición, el poder llevar a cabo una vida independiente es casi imposible; sin embargo, con tratamiento y terapia, se pueden corregir muchos aspectos.

En el caso, por ejemplo, de la terapia ocupacional, se puede ver que se apuesta por un enfoque cuyo objetivo primordial es saber qué puede hacer el sujeto sin problemas y en qué necesitaría mayor apoyo. El uso de nuevas tecnologías en las terapias de este tipo puede ser un recurso de apoyo muy importante para estos pacientes.

Del mismo modo, es importante tratar las posibles condiciones psicopatológicas que pueden aparecer derivadas del síndrome, ya que la pérdida de habilidades para poder llevar una vida independiente puede causar trastornos depresivos o de ansiedad de diversa gravedad en función del grado de discapacidad que la persona presente [1,5,10,11].

Conclusiones

El síndrome de Balint, a pesar de su irreversibilidad y sus efectos en la vida cotidiana del sujeto, puede ser tratado. Durante años, las investigaciones y la observación de los pacientes que padecen esta condición (y cómo la han adquirido) han permitido entender mejor cómo funciona y cómo puede ser abordado con éxito.

Sin embargo, sigue siendo necesaria más investigación para poder elaborar y preparar mejor las ayudas necesarias que mejoren las condiciones de la vida de los pacientes con Síndrome de Balint, tanto a nivel de independencia para la vida cotidiana como las posibles psicopatologías asociadas relacionadas con depresión, ansiedad o procesos psicológicos básicos [3,7,8].

Referencias bibliográficas

  1. Al-Khawaja, I., & Haboubi, N. H. J. (2001). Neurovisual rehabilitation in Balint’s syndrome. Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry, 70(3), 416-416.
  2. Andersen, R. A., Andersen, K. N., Hwang, E. J., & Hauschild, M. (2014). Optic ataxia: from Balint’s syndrome to the parietal reach region. Neuron, 81(5), 967-983.
  3. Barton, J. J., Malcolm, G. L., & Hefter, R. L. (2007). Spatial processing in Balint syndrome and prosopagnosia: a study of three patients. Journal of Neuro-Ophthalmology, 27(4), 268-274.
  4. Blom, J. D., & Catani, M. (2010). Disorders of visual perception. Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry, 81(11), 1280-1287.
  5. Carvajal-Castrillón, J., Gil, L., Tirado, V., Lopera, J., Londoño, A., & Lopera, F. (2008). Atrofia cortical posterior: descripción clínica y neuroimágenes de tres casos. Acta Neurol Colomb, 24(2).
  6. Chechlacz, M., & Humphreys, G. W. (2014). The enigma of Balint’s syndrome: neural substrates and cognitive deficits. Frontiers in human neuroscience, 8, 123
  7. Funayama, M., Nakagawa, Y., & Sunagawa, K. (2015). Visuospatial working memory is severely impaired in Bálint syndrome patients. cortex, 69, 255-264.
  8. Ghoneim, A., Pollard, C., Greene, J., & Jampana, R. (2018). Balint syndrome (chronic visual-spatial disorder) presenting without known cause. Radiology case reports, 13(6), 1242-1245.
  9. Pisella, L., Rossetti, Y., & Rode, G. (2017). Optic ataxia in Bálint-Holmes syndrome. Annals of physical and rehabilitation medicine, 60(3), 148-154.
  10. Rizzo, M., & Vecera, S. P. (2002). Psychoanatomical substrates of Balint’s syndrome. J Neurol Neurosurg Psychiatry, 72(2), 162-178.
  11. Toyokura, M., & Koike, T. (2006). Rehabilitative intervention and social participation of a case with Balint’s syndrome and aphasia. Tokai J. Exp. Clin. Med, 31(2), 78-82.
  12. Zgaljardic, D. J., Yancy, S., Levinson, J., Morales, G., & Masel, B. E. (2011). Balint’s syndrome and post-acute brain injury rehabilitation: a case report. Brain injury, 25(9), 909-917.

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